En la actualidad recorriendo las calles de la ciudad de México, sus directorios telefónico, o comerciales, inclusive haciendo una búsqueda por Internet, no encontraríamos ninguna “Casa amplificadora de retratos”.
En la búsqueda de estos enigmáticos establecimientos comerciales, aparece a principios del 2012 la investigación de Alejandra Mora Velasco, en la publicación: Vendedor de ilusiones. Eligio Zárate: Fotografía y modernidad en San Pablo Huitzo, Etla, Oaxaca. 1940 -1960. Del boletín, presentación editada por el INAH (http://www.inah.gob.mx/index.php/boletines/1-acervo/5786-obra-rescata-tecnica-fotografica-previa-al-photoshop), sacamos unos extractos, y le hacemos unas anotaciones:
“Décadas antes del “milagro” del Photoshop, en varias partes del mundo y en particular en México, la amplificación fotográfica en tela fue una técnica socorrida que ayudó a perpetuar los sueños de los retratados, quienes cumplían su deseo de aparentar belleza y juventud, o posar junto al ser querido ya ausente; este procedimiento, ahora parte de la historia de la fotografía, se recupera en un libro del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta).”
La técnicas usadas por las casas amplificadoras, durante sus más de setenta años de existencia, incluían: el crayón, carbón, sepia, tintas, acuarela pastel, oleos, etc., usando soportes también de lo más variado.
“A partir de un “agente amplificador de fotografías”, don Eligio Zárate, quien por años recorrió varios pueblos oaxaqueños en busca de clientes, la historiadora del arte Alejandra Mora Velasco, rememora en Vendedor de ilusiones, a todo un gremio que vio perdidas sus fuentes de trabajo hace tan sólo 30 o 40 años, ante la aparición de la fotografía instantánea.”
En estos agentes, vemos a veces a fotógrafos que no lograban los éxitos de sus colegas de estudio, a veces artesanos dotados pero no precisamente en la fotografía, a veces simples comerciantes…
“A su vez, la casa amplificadora se encargaba de mandar la orden al laboratorio fotográfico, donde se obtenía un negativo al refotografiar el original, éste se amplificaba y se imprimía sobre papel (de manera simple o por fotomontaje); se efectuaba el virado a sepia y el cianurado. El retocador concluía el proceso montándolo sobre tela y en bastidor, se iluminaba con brocha de aire, se dibujaban los últimos detalles y se enmarcaba.”
La empresa norteamericana Chicago Portrait Company, una de las más grandes en el ramo a nivel mundial se fundó en 1893, y hacia el trabajo fotográfico, diferentes tipos de acabados y el enmarcado.
“Se sabe que en Guadalajara había estas casas amplificadoras, así como redes de creadores de retratos. Lo mismo sucedió en Monterrey y en el Distrito Federal. No sabemos con seguridad cómo llegó la amplificación a México, pero esta técnica se conoce desde los comienzos de la fotografía y realmente tuvo una tierra muy fértil en nuestro país”, expresó la también museógrafa.
A principios del siglo XX, si bien los fotógrafos que se dedicaron a las casas amplificadoras no alcanzaron el éxito de un Schlattman o un Valleto, algunas de las “Casa Amplificadoras”, sí lo hicieron. The Mexican Herald, junio 17 de 1900 (traducción del texto en inglés):
“Agente y artista que este interesado en el negocio de los retratos, encontrará ventajosos nuestros precios en marcos e impresiones por luz eléctrica. Catálogo ilustrado de toda la línea de la casa copiadora. Casa Americana Amplificadora de retratos. P. E. Boli propietario Calle de la Pelota 435 México D. F. 1513.”
La Casa amplificadora de la Señora Boli era una de las más antiguas y prestigiadas para esa fecha, con una sucursal en el nº 8 de San José del Real, al parecer por un tiempo su técnico fotográfico fue Edward E. Bolton, quien murió en la ciudad de México en 1905; en 1909 la empresa necesitó retratar al primer torero norteamericano, Harper Beylor Lee, para ello usó los servicios de un fotógrafo originario de Chicago, T. S. Melander, fotógrafo que trabajó por un tiempo en la American Photo Art Studio, de los señores Harris y Clarke. No sabemos sí existía relación de parentesco entre la señora P. E. Boli y el señor Fred O. Boli, probablemente. El segundo, titular de las sucursales de la Casa Americana Amplificadora de retratos, de las calles de Independencia nº12 y la de Revillagigedo nº448, el Mexican Herald de julio 22 de 1904, lo llamaba: “the popular picture man and one of the pioneers in the photo enlargement business…”. Por otra parte la señora Boli era dueña de la fábrica del desinfectante “El Rápido”; obtuvo junto a Eugenio Ibarrondo, de la subdirección de Rentas Municipales, la concesión de colocar en las esquinas de las calles tableros para anuncios, y la publicación de los mismos; concesión obtenida en 1901, y renovada en 1904 y 1909; y poseía varios inmuebles destinado a la renta de vivienda.
En noviembre de 1904, ocurre un hecho excepcional en el mundo de las casa amplificadoras, a consecuencia del desarrollo en grandes proporciones del negocio. La asociación de varias de ellas para fundar la “Consolidated Picture and Frame Company of Mexico”, a pesar de la intensa competencia de los interesados, si bien amigos en la vida social. Hasta el momento el negocio de las casa amplificadoras dependía en gran medida de las casas norteamericanas, especialmente de las de Chicago, en donde se compraban materiales o se mandaba el trabajo. Los señores Boli provenían del área de Chicago; la señora Boli poseía una patente nacional para el uso del sistema de impresión eléctrico para la manufactura de amplificaciones, así como también dominaba en el mercado de retratos, botones (botones fotográficos), y medallones. Entre las principales compañías de Chicago estaban: Columbia Portrait Co., Chicago Portrait Company, National Portrait Co., United Portrait Co., Globe Portrait Co. La empresa mexicana se estableció con un capital de $150,000 pesos, mientras que The Chicago Portrait Company, había incrementado su capital de $100,000 a $500,000 dólares en 1902. Lo cual nos da una idea que la asociación establecida en México podría ser un digno rival, y que este tipo de negocio superaba por mucho los capitales invertidos en los lujosos estudios fotográficos de la capital mexicana, por ejemplo en esos mismos años los fotógrafos Schlattman y Lange invertían en sus estudios cantidades alrededor de los $ 30,000 pesos. En la sociedad intervenían la Señora Boli; Cormack Bros., con sus talleres en la calle de Ayuntamiento; siendo las dos principales casa amplificadoras del país. Más el fabricante de marcos H. W. McVicar, primera calle de Guerrero, previamente asociado con G. Munguía, localizados en Arcos de Belem. Los talleres y bodegas generales de la compañía, se ubicaron en la cuarta de la Calle Ancha, propiedad de A. C. Combaluzier, edificio de tres plantas completamente electrificado. Ahí se manufacturaría en gran escala, retratos y fotografías de todo tipo, estatuas religiosas, espejos, botones y medallones fotográficos, y marcos, tanto por procesos manuales como con la maquinaria automatizada más moderna. La asociación buscaba el robustecimiento de la red de empresas ya existentes, por lo cual los establecimientos minoristas de cada uno no desaparecen. Como presidente queda el Señor Luis Cormack, el vice-presidente el Señor McVicar, y la Señora Boli como secretaria y tesorera. La intención era producir artículos de la misma calidad de los importados desde los Estados Unidos y Francia.
En la competencia quedaba entre otros: T. Noris con una casa amplificadora en la calle de Dolores nº 10. Luis Hurtado dueño de otra casa en los rumbos de Pelota. Manuel Pérez Thous en calle Ancha y Revillagigedo nº 70 con La Hispano Mexicana Casa Amplificadora de Retratos. Otras casas eran la de Gerardo Vizcaíno, y coincidentemente Heliodoro J. Gutiérrez en 1905 abre una Casa Amplificadora en la calle de Nuevo México nº 30, con la exclusividad por parte de “The Chicago Portrait Company” y con las mismas pretensiones que la “Consolidated Picture and Frame Company of Mexico”. Hablando de Gutiérrez, su actuar es inverso al resto de los propietarios de casas amplificadoras, se había iniciado en 1896 como fotógrafo de estudio en San Francisco, California, y su primer negocio en México fue una casa amplificadora, mutando posteriormente a fotógrafo de estudio de altos vuelos, pero sin dejar nunca de participar en el negocio de las casas amplificadoras. Otras empresas sin ser necesariamente casas amplificadoras les hacían también competencia; “La Gran doraduría de Claudio Pellandini” especializada en el mercado de cristales y vitrales, también fabricaban espejos y marcos, en su publicidad de 1900, además de los productos antes descritos ofrecían papel tapis, fotografías y vistas de México… eventualmente editarían tarjetas postales.
The Mexican Herald, 25 de julio de 1909. Photos by Boli and Co. Hemeroteca Nacional Digital de México. |
La investigadora Alejandra Mora Velasco, nos ha dado una idea general del trabajo de una casa amplificadora. A lo que agregaría: los intereses de las casas amplificadoras se dividen en dos grupos, denominados como retratos (portrait), y fotografías (picture). En el primer caso, como formula general se trabajaba sobre un retrato previamente hecho por un fotógrafo de estudio, donde se pretendía: restaurarlo, iluminarlo, ampliarlo, reproducirlo, montarlo, enmarcarlo, o un poco de todo. En casos excepcionales la casa amplificadora realizaba la creación fotográfica, por medio de sus asociados (cuando disponía de laboratorio fotográfico propio) o contratando los servicios de un fotógrafo. El segundo caso, las fotografías, se refiere a la reproducción masiva de las mismas, en algunas ocasiones llamándolas cromos, o en formatos y usos parecidos a los de los actuales “posters”, o el de la publicidad, sin olvidar los botones. De la casa amplificadora de principios del siglo XX, a los artesanos de mediados de siglo, a los actuales trabajos de restauración digital, en esencia son lo mismo en esa línea, pero con diferencias en otros aspectos, cubriendo las casas amplificadoras áreas que en la actualidad son materia de las agencias de publicidad o fotográficas.
Dejemos de lado a los pequeños artesanos, y pasemos a los negocios establecidos, sus ingresos dependían más de una red de agentes, que de la presencia voluntaria de sus clientes en el mostrador, el negocio era producción en volumen. Al tratarse de retratos, los agentes recorrían las zonas naturales de influencia de la casa amplificadora, algunos hacían recorridos nacionales, inclusive llegaban a México agentes del extranjero. El agente buscaba al potencial cliente, lo convencía y a vuelta de correo recibía su mercancía, a veces este agente era parte de una red, y a su vez llevaba las órdenes a otro agente más centralizado para finalmente llevarla a la casa amplificadora. Cuando se trataba de fotografías, el agente realizaba dos trabajos, buscar fotografías, comprando sus derechos o haciendo sociedades con los fotógrafos, para reproducirlas masivamente; el otro, era venderlas, en este sentido la casa amplificadora trabajaba como agencia fotográfica. Algunos de estos agentes, llegaron a niveles excepcionales por sus dotes comerciales: Charles Ross, Fred A. Boli, M. Cormack; a los que se les conocía como “Picture man”. Otro de estos agentes fue Fred Wray, a él, lo dejamos a parte porque se le ha confundido con fotógrafo.
Con el resto no tenemos la menor duda que su actividad fue la compra venta de fotografías, como hombres de negocios de casas amplificadoras de retratos. Fred Wray (F. Wray), se le ha considerado como uno de los muchos fotógrafos desconocidos con participación en el periodo de la Revolución Mexicana; se le acredita un retrato de Emiliano Zapata, y de otras imágenes relacionadas con el zapatismo. Yo mismo lo he calificado de esa forma a en diferentes ocasiones (En busca del fotógrafo de Zapata, parte I, II, IV). Para aclarar esta supuesta participación, primero haremos una pregunta:
¿Las casas amplificadoras de retratos, no se involucraron en el fenómeno mediático de la Revolución Mexicana?
Fotografía firmada por Hadsell y F. Wray. Cortesía de Daniel Escorza, Anales Gráficos de la historia militar de México, 1810-1970... de Gustavo Casasola, 1973. |
Es algo que no parecería lógico, ni verosímil, sí su ámbito natural era la venta masiva de imágenes fotográficas, y contando con una red establecida para la compra y venta de las mismas... El caso más claro es el de H. J. Gutiérrez, más no es el obvio. El conocimiento de H. J. Gutiérrez ha mutado mucho en los últimos años, de un simple y poco conocido fotorreportero, se ha establecido su notoriedad como artista fotográfico, y hombre de negocios, con una plantilla de fotógrafos y agentes a su servicio en una cadena de estudios fotográficos, a veces nombrados como especializados en tarjetas postales, o como casa amplificadora; H. J. Gutiérrez como firma comercial produciría masivamente durante la revolución, tarjetas postales y fotografías, proporcionaría material a revistas y periódicos. En la actualidad este nicho de trabajo lo llamamos agencia fotográfica; al hacer la historia de este tipo de negocios en México, por mucho tiempo se consideró a “Herrerías y Casasola” como la primera agencia moderna en México, misma que en 1914 se conocía simplemente como “Casasola Fots.”, sí buscáramos una agencia fotográfica con dicha nomenclatura no encontraríamos ninguna, sobretodo porque el término “agencia” se usaba como sinónimo de sucursal u oficina, lugar donde despacha un agente. Manuel Pérez Thous, titular de la casa amplificadora de retratos “La Hispano Mexicana”, registra en propiedad artística y literaria una fotografía de la decena trágica, 1913. El fotógrafo norteamericano Eugenio B. Downing, haría lo propio con varias fotografías bajo la forma de “Mexico View Co.”, adquiriendo material de otros fotógrafos y registrando derechos para su distribución masiva, no es acaso esto lo que esperaríamos de una casa amplificadora... por otra parte la Casa Americana Amplificadora de retratos de Fred. O. Boli; “Boli y Co. S. A.”, no confundir con la empresa de P. E. Boli, en 1912-13 tiene como secretario de la misma a Henry Kalb, dueño de una tienda de curiosidades, uno de los once hermanos Kalb, familias de prestigiados comerciantes de la capital mexicana; de los cuales debemos mencionar a Jacobo, dueño de la Iturbide Curio Store; uno de los principales editores de tarjetas postales en México. La familia Kalb se encontraba vinculada por varios enlaces matrimoniales con Jacobo Granat, también empresario de tarjetas postales. Otros de los sobresalientes hermanos Kalb eran Isidro; y Adolfo, casado con la hermana de Jacobo Granat, Eugenia, así mismo que socio de J. Granat. No solo podemos trazar una línea entre el fenómeno fotográfico de la Revolución Mexicana y las casas amplificadoras de retratos, también entre estas y la edición de tarjetas postales. Sería de esperar que mucho del material que calificamos de anónimo, o que lo apreciamos como parte de una burda red de plagiarios fotográficos, en realidad sea material producido por casas amplificadoras, y de forma “legal”. Es aquí donde encaja Fred Wray. El 16 de noviembre de 1909, el Mexican Herlad saca una pequeña nota que transcribimos:
“F. Wray, of San Luis Potosi, who has for many years been engaged in the photographic business in the republic of Mexico, and who is well known over the republic, is in the city stopping at the St. Francis, and will make Mexico City his residence in the near future. He will be connected with the firm of Boli and company.”
The Mexican Herald, 16 de noviembre de 1909. Hemeroteca Nacional Digital de México. |
Con la información que disponemos, podemos interpretar la nota: Wray no es fotógrafo, es un agente probablemente al inicio de la Revolución Mexicana trabajando para Fred O. Boli. Las fotografías que se conocen con la firma de “F. Wray” son el resultado de sus negociaciones a favor de Boli, o a nivel personal como “picture man”. W. E. Hadsell, el fotógrafo norteamericano avecindado en Veracruz, usa estas imágenes en 1914, adquiriéndolas con Wray o con Boli and Co., yo me inclinaría por lo segundo, mostrándonos un camino claro de las transacciones y actuación de las casas amplificadoras durante la Revolución, variable que no se había contemplado previamente.
The Mexican Herald, 5 de septiembre de 1912. Hemeroteca Nacional Digital de México. |
No todos los casos los debemos asumir dentro de la legalidad, como tampoco generalizar lo contrario; en 1905 quedó registro de una controversia legar sobre fraude y falsificación, en ella intervino como perjudicado el fotógrafo norteamericano C. B. Waite. El querellante manifestó que una fotografía de su propiedad; al haberla realizado físicamente él, retrato del Señor Presidente Porfirio Díaz, era falsificada, fotografía registrada por el mismo fotógrafo en propiedad artística y literaria en 1904. El General P. Díaz al enterarse de las diligencias del caso, manifestó que él, se reservaba el derecho de propiedad artística de acuerdo al Código Civil, y en primera instancia la resolución no encontró delito, posteriormente se revoca el auto, declarándose la violación de los derechos de Waite. Pero veamos cómo se desarrolló la historia. El señor Ignacio Uribe, empleado de C. B. Waite, pasando por el mercado del Volador, detectó la venta de fotografías exactamente iguales a las de su patrón, investigando sobre ello estableció que se vendían en la “Rochester Stock House”, comprando una muestra de la misma, además hizo lo mismo en la casa Mosler. En el establecimiento del señor Carlos L. Curtis, “El Arte Moderno”, primera de Damas nº5, tienda especializada en venta de cromos, santo y pinturas, se vendían las fotografías del señor Waite, pero al momento del incidente ya no se hacía. Aunque C. L. Curtis repartía promocionalmente unas tarjetas postales donde se incluía una miniatura del retrato, hecho de acuerdo al dicho de Curtis con el consentimiento de Waite. De lo cual Waite declaró no recordarlo, llegando a un acuerdo entre ellos con la destrucción del material subsistente y la entrega de las placas a Waite. En referencia a la ferretera Mosler, su jefe de departamento R. G. Caryle, declaró que efectivamente se vendían tarjetas con el retrato del General, compradas a un agente alemán llamado Guillermo Soloschin, ignorando que existiera un registro por parte de Waite, y que las tarjetas se facturaron en Hamburgo; se recogieron 904 reproducciones en la casa Mosler. A su vez el señor Soloschin declaró que había vendido tarjetas al señor Henry Kalb, y este le había entregado las fotografías; un día Waite se presentó ante Kalb, preguntándole si podía mandar hacer algunas tarjetas postales, siendo la respuesta en sentido afirmativo, pidiéndole que le proporcionara las fotografías para las postales. Para luego inquirirle si no sabía que algunas de las fotografías de las tarjetas que vendía estaban registradas, contestando que lo desconocía. H. Kalb declaró que no había entregado fotografía alguna a Soloschin, si bien se las vendió. Por desgracia no sabemos a quién se le declaró culpable y que pena sufrió, pero es obvia la participación de Kalb y su empresa.
Publicar un comentario