Maestría.


Publicado por Arturo Guevara Escobar

Sin comentarios

.
En nuestras pasadas entregas hemos tratado dos temas con insistencia, la fotografía de Emiliano Zapata en el hotel Moctezuma, y las fotografías de Hugo Brehme durante la revolución mexicana, ambos relacionados íntimamente.

No hay una explicación clara de porqué en un momento se acreditó la fotografía de Zapata a Brehme, pareciendo ser una decisión arbitraria, para luego retirarla de su catálogo de una manera no del todo contundente.

Dentro del corpus acreditado a Brehme, existen otras fotografías de Zapata, o relacionadas con su presencia realizadas en el hotel Moctezuma, y muy probablemente todas pertenecientes a igual momento histórico...

La fotografía de Zapata en el hotel Moctezuma, no es una simple imagen, y en la declaración no tomo en cuenta el valor iconográfico que ostenta en la actualidad. En relación al gran conjunto de imágenes creadas durante la Revolución Mexicana, está es dotada de una particularidad poco común. Es creada como una pintura, es creada conceptual y artísticamente, no es dejada al azar; no es una instantánea.

La sutileza de sus elementos, la gracia de su composición, y lo profundo de su significado, así sea el actual o el del momento de su creación, la llevan al grado de “obra maestra”, a una “obra de arte”.

Existe el burro que toco la flauta…y en campos como la música contemporánea vemos la existencia de artistas de un solo éxito…

En mí particular punto de vista, no es el caso, el fotógrafo desconocido del cual solo tenemos una obra deberíamos descartarlo, se necesita de un creador dotado técnica e intelectualmente. Es demasiado complejo para simplemente ser azar. Hace poco analizamos una fotografía atribuida a Brehme tomada en el puerto de Veracruz con un grado de complejidad similar, una puesta en escena aparentemente fortuita es reinterpretada inconscientemente, gracias al bagaje cultural en unos cuantos segundos y compuesta artísticamente para capturarla, es un ojo entrenado, de cazador visual, y un espíritu sensible. Eso, aun con dotes innatas, solo se logra con el accionar diario de la experiencia, lo que llamamos “maestría”.

Veamos otro caso:


De entrada parece una imagen obscura y confusa en su contenido, no impacta de golpe como podría ser un paisaje o un retrato, esta abigarrada de elemento y es precisamente eso su punto interesante; formato postal.

¿De qué se trata, dónde, cuándo, y por qué?

Parece un laboratorio fotográfico, hay cámaras, trípodes, chasises, marcos, fotografías, químicos, etc., y dos personajes involucrados en su trabajo; uno observa un negativo apoyándose en la luz reflejada por un espejo, el otro está llenando lo que parece un talonario.

¿De quién es el laboratorio?

La imagen a primera vista puede ser engañosa, y solo el análisis reflexivo puede darnos un acercamiento a la verdad. En la pared del lado izquierdo se ve un recuadro obscuro, con la manipulación digital y trabajando con una copia de muy buena resolución se recupera parte de su contenido: “Hotel Español”…


Entonces no se trata de un laboratorio, no en el estricto sentido, es un laboratorio ambulante instalado en el cuarto de un hotel, de nuevo preguntamos dónde. Tómenos otra pista, entre las cosas agrupadas en el parte inferior izquierda reconocemos con claridad un retrato de Venustiano Carranza; a través de una puerta podemos atisbar otra habitación, dándonos la cara una silla sobre ella un retrato de Álvaro Obregón. En noviembre de 1914 Carranza mantiene una conferencia en el Hotel Francés de Orizaba, con los comisionados de la Convención entre ellos Obregón; en Orizaba también había un Hotel Español…se puede tratar de circunstancias contemporáneas.

Hay una sección de la imagen cargada simbólicamente de una forma muy particular, Tres recuadros formando un triángulo, su base apoyada hacia la horizontal. El cuadro inferior izquierdo es el retrato de Carranza, montado en un marco lizo de color obscuro. El cuadro inferior derecho es un marco vacio, probablemente dorado, a través de él vemos dos chasises para negativos 8x10. El tercer cuadro en la cúspide es un retrato de Obregón, sin enmarcar parcialmente ondulado entre unos rollos de papel, o quizás otras impresiones.

Puede ser una composición fortuita, pueden estar de manera intencional, pero de una u otra forma aglutinan el corazón de toda la imagen, es el triángulo compositivo el elemento central, por eso se toma la fotografía. El defensor del Diablo puede argüir, tan solo se probaba el flash…

Con la información a nuestro alcance en el 2010, podemos interpretar de una forma dada el conjunto visual, en 1914 qué se pretendía. El marco dorado está bacante, representa a caso la presidencia… Obregón en la penumbra pero bien colocado en la silla…Carranza enmarcado de negro…es una premonición…


Podemos encontrar muchos más elementos y relacionarlos unos con otros, en la izquierda hay una mesita con frascos de químicos y una fotografía con gimnastas, o luchadores de grecorromano; el triángulo lo podemos transformar en rombo con un portafolio en el vértice inferior, las formas, su tamaño, los elementos, su posición, directrices de movimiento, áreas compositivas, tenciones espaciales, etc.

De la misma forma que un texto lo podemos interpretar, y reinterpretar de manera independiente a su creador, inclusive extrayendo información que el escritor juraría que no puso ahí, dado que en gran parte la expresión artística es dominada por el inconsciente, explayándose a sus anchas; así también una imagen, pintura, grabado, dibujo, fotografía, película o inclusive escultura, es sujeto del mismo tratamiento; no pretendemos con ello hacer filosofía de cualquier imagen, como no se puede hacerse de cualquier escrito.


En la actualidad se empieza a dar un valor de documento histórico a la fotografía, y no de mera ilustración, para transformar a la imagen en documento necesitamos hacerla hablar; por tanto su creador de simple fotógrafo se puede transformar en historiador, o intelectual. No solo es como recientemente se menciona; “el fotógrafo tomando partido”, algunos tenían la capacidad de expresarse políticamente por medio de las fotografías. Habiendo una diferencia entre un fotógrafo tomando partido por razones económicas, de amistad, o por azar al quedar atrapados en una zona de influencia, y quien de manera consiente pasaba de ser espectador á partícipe con sus propias herramientas...

El historiador Miguel Ángel Berumen en su Libro “1911, la batalla de Ciudad Juárez”, analiza una fotografía realizada frente a la casa de adobe, Madero y su gabinete provisional, la llama puesta en escena…él o los fotógrafos son simples instrumentos o tienen capacidad de determinar la acción.

Así como a un arquitecto se le comisiona una obra, dándole una lista de necesidades y materia de trabajo, como es el terreno; y él toma la decisión de cómo darle forma. Así también pudo ocurrir con la fotografía, u ocurrió. Francisco I. Madero supo distinguir las bondades publicitarias de las imágenes, y al mismo tiempo desconfiaba de los fotógrafos, que no solo veían todo…también oían; y podía interpretar una mirada, un gesto, la actitud corporal, la posición de las cosas, hasta los claros obscuros.

La intención de la reflexión es sacar a la luz otro tipo de fotógrafo, actuante, con voz, con capacidad creativa artística e intelectual. Que seguramente para sobrevivir necesitaba de un riguroso código moral, como un Psicólogo, un Abogado, o el sacerdote en confesión. Un tipo de fotógrafo que no podemos llamar “apolítico”, aunque en ocasiones podría ser un hábil analista político más que militante.

Cuántos de ellos hubieron y cuando actuaron con esas libertades, no lo sabemos, pero hay evidencia de más de uno.

No hemos mencionado el autor de la fotografía del laboratorio: Aurelio Escobar Castellanos.