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Muchas veces dentro del anecdotario familiar se preservan mejor datos relevantes de la historia. Tan solo hay que estar dispuestos a escuchar y encontrar las historias de la abuela…
En meses pasados en la Revista Relatos e Historias en México, tuve la oportunidad de publicar un pequeño artículo dedicado a una de las anécdotas de mi abuela.
María del Consuelo Vélez de la Torre era mi abuela, sobrina política del fotógrafo Heliodoro J. Gutiérrez, y aijada de él y su esposa María Luisa Vélez; a los 16 años fue testigo de la visita de Don Emiliano Zapata Salazar a la “Fotografía H. J. Gutiérrez, The Chicago Photo Studio”, en la calle de Nuevo México 30, actualmente Artículo 123, Ciudad de México, mismo edifico donde ella y sus cinco hermanos vivieron algunos años.
Casi veinte años después María del Consuelo se casaría con el fotógrafo Aurelio Escobar Castellanos, tío de don Heliodoro.
Fue el 6 de diciembre de 1914, cuando las tropas Villistas y Zapatistas entraron a la ciudad de México tras el fin del gobierno militar de Victoriano Huerta, cuando se hizo la célebre fotografía, una de las más reproducidas del caudillo del Sur.
Son más de uno los que han ostentado por circunstancias de los tiempos la titularidad de la autoría; H. J. Gutiérrez, Agustín V. Casasola y Hugo Brehme.
Como suele suceder el autor real el menos reconocido, no fue poco frecuente los momentos donde grupos de fotógrafos se reunieron alrededor de un instante histórico para inmortalizarlo, sin embargo en este caso en específico los testimonios de testigos presenciales a los que tuve acceso, niegan tal posibilidad. Un argumento firme en este sentido es que el servicio fue pagado por Emiliano Zapata y fue al interior de un estudio fotográfico.
Una pregunta resulta de esto, pues Emiliano Zapata se había mandado sacar un estudio fotográfico poco antes con el fotógrafo Armando Salmerón en Chilapa, Guerrero, ¿porqué se mandó hacer otro estudio fotográfico el General Zapata?, sobre todo atendiendo a los testimonios donde se alude a un pago de mil pesos plata. Y porqué en el estudio de H. J. Gutiérrez…
La vanidad le ganó la partida a Emiliano…o hay otra razón. En 1914 H. J. Gutiérrez era uno de los fotógrafos de estudio más prestigiado de la ciudad de México, y en algunos círculos se le llegó a clasificar como el mejor, aunque con el pasar del tiempo casi un siglo, su imagen se desdibujo al grado de convertirse para algunos en un mero fotoreportero, profesión que nunca ejerció.
Después de la comida en Palacio Nacional de los líderes villistas y zapatistas con el presidente de la convención Eulalio Gutiérrez, de donde surgieron memorables fotografías; Zapata se dirige a la calle de Nuevo México para atender su cita con el fotógrafo.
Al parecer H. J. Gutiérrez en lo personal tuvo poco contacto con el líder del movimiento Libertador del Sur, y sus inclinaciones políticas habían fluctuado entre el Porfirismo y el Maderismo, entonces...
Meses antes al conocerse la renuncia y huida del usurpador Huerta, Aurelio Escobar C. tiene la oportunidad de regresar a México de su exilio y seguir ejerciendo su profesión de fotógrafo. Es él quien por parte de la “H. J. Gutiérrez”, agencia fotográfica, acude a cubrir los acontecimientos de la convención de Aguascalientes, no solo eso sino que también acompañara a las diferentes comisiones encargadas de visitar y posteriormente convencer a los zapatistas de asistir a la Convención.
Los encuentros entre Aurelio Escobar y los zapatistas se habían dado con anterioridad en 1912 y 1911, nuevamente remitiéndonos a las anécdotas familiares, es Aurelio Escobar el encargado de hacer el trato con Emiliano Zapata para hacerle un estudio fotográfico, de hecho durante estas visitas Aurelio hace un estudio de Zapata.
Las verdaderas razones de Emiliano Zapata quizás permanezcan esquivas, pero la intervención de Aurelio Escobar en esa decisión fue relevante.
La historia no terminó ahí, 60 años después, me tope con el hombre llamado Emiliano Zapata.
Cuando Aurelio Escobar C. murió yo todavía no nacía (Arturo Guevara) era mi abuelo. Por 39 años viví en la que fuera la casa de mis abuelos en Coyoacan, siempre me ha gustado una enorme fotografía panorámica del zócalo capitalino colgada en una de las paredes, desde niño me dijeron la tomo tú abuelo.
En esos días la casa era un lugar lleno de rincones para jugar, con su amplio jardín lleno de árboles; al fondo del mismo la zona prohibida. En un tiempo mí abuela crío gallinas y en los gallineros nos tenían vedado el paso. Era un espacio abandonado invadido por las plantas y resguardado por una malla, de gallinero...
Un día el vecino decidió controlar el césped de su jardín quemándolo y el fuego cruzo a los gallineros, Yo y mis hermanos observábamos desde una ventana, la vecina desde la azotea de su casa saco una manguera y lanzaba pequeños chorros de agua. Luego llegaron los bomberos y todo acabo; tras la malla solo se veían escombros humeantes.
Mi papá es arqueólogo y una vez nos llevo a ver como trabajaba en el Estado de Tlaxcala, yo también quería hacer mis excavaciones y toparme con algún descubrimiento importante. Un día decidí averiguar que había en las ruinas del gallinero. Tome una hoz una cuchara de albañil y una cubeta. Todo se había reducido a un montículo cubierto de plantas donde a veces nos subíamos para ver desde la cumbre. Comencé a cavar y a sacar pedazos de madera quemados y podridos, clavos y vidrios; cuál fue mi sorpresa cuando surgieron unas botellas.
Algunas botellas eran de licor y otras como las que había visto en la fotografía (Foto panorámicas Escobar), y estaban enteras a pesar del incendio. Abajo encontré algo aun más desconcertante los restos de unas pequeñas cajas de madera con un bloque de vidrios en su interior. Al sacarlos inmediatamente me di cuenta de lo que se trataban… negativos. Con el agua el fuego y la humedad de la tierra durante años los habían pegado formando una masa compacta, en su exterior se veían todos quebrados.
Con mis escasos conocimientos de fotografía y de rescate arqueológico a mis 12 años tome la decisión de introducir los bloques en agua, sí los negativos se lavaban, el agua no les haría daño, y tras unos días de remojo se empezaron a separar. Por desgracia la mayor parte eran vidrios fragmentados con la emulsión fotográfica convertida en manchas provocadas por la calcinación, la humedad y la compresión. Pero no podía creer que entre las pocas con imágenes reconocibles surgió Emiliano Zapata…
En las anécdotas contadas por mis tíos y mi abuela, varias ocasiones escuche decir cuando a Emiliano le tomaron las fotos en la “H. J. Gutiérrez”, y pago mil pesos de plata.
Hacia mediados de 1914 la popularidad de Emiliano Zapata había llegado a tal grado, que se le comparaba al caudillo independentista Vicente Guerrero, se escribían poemas sobre él, y recibía constantes solicitudes de fotografías; se decía que el ministro del Japón en México colocó dos de ellas en su escritorio. Por lo tanto se vio en la necesidad de pedir más copias a su fotógrafo de confianza: A. Salmerón, y el cineasta José Alencaster filmó su entrada a Cuernavaca en agosto de 1914. Se ha hablado de la reticencia de Zapata al Poder, de su negativa de colocarse en la silla presidencial para una fotografía, y sin embargo recurrió a los servicios de un Estudio Fotográfico que de igual manera atendió a Porfirio Díaz, Francisco I. Madero, Francisco Villa, o Venustiano Carranza…
El negativo original en vidrio rescatado del incendio, se encuentra el Fondo Aurelio Escobar Castellanos, del Archivo General de la Nación, México D.F.
En la página Web de Live Auctioneers , de abril del 2009, el lote 651 corresponde a un fotografía supuestamente atribuida a Hugo Brehme, circa 1910, en medidas 13 5/8 x 10 1/2 y firmada en el negativo por Hugo Brehme. La fundación suiza Fotostiftung Schweiz, posee otra imagen firmada por Brehme, imagen que se ha publicado entre otros en el libro de Erika Billeter: Canto a la realidad: fotografía latinoamericana 1860-1993, otra copia firmada por Brehme se encuentra en el Kunsthaus, Zürich.
Hugo Brehme- Fotógrafo. México entre revolución romanticismoa. Exposición mostrada entre el 10 de julio y el 28 de agosto de 2005 en el Marstall del Thüringer Museum Eisenach
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Muchas veces dentro del anecdotario familiar se preservan mejor datos relevantes de la historia. Tan solo hay que estar dispuestos a escuchar y encontrar las historias de la abuela…
En meses pasados en la Revista Relatos e Historias en México, tuve la oportunidad de publicar un pequeño artículo dedicado a una de las anécdotas de mi abuela.
María del Consuelo Vélez de la Torre era mi abuela, sobrina política del fotógrafo Heliodoro J. Gutiérrez, y aijada de él y su esposa María Luisa Vélez; a los 16 años fue testigo de la visita de Don Emiliano Zapata Salazar a la “Fotografía H. J. Gutiérrez, The Chicago Photo Studio”, en la calle de Nuevo México 30, actualmente Artículo 123, Ciudad de México, mismo edifico donde ella y sus cinco hermanos vivieron algunos años.
Casi veinte años después María del Consuelo se casaría con el fotógrafo Aurelio Escobar Castellanos, tío de don Heliodoro.
Fue el 6 de diciembre de 1914, cuando las tropas Villistas y Zapatistas entraron a la ciudad de México tras el fin del gobierno militar de Victoriano Huerta, cuando se hizo la célebre fotografía, una de las más reproducidas del caudillo del Sur.
Son más de uno los que han ostentado por circunstancias de los tiempos la titularidad de la autoría; H. J. Gutiérrez, Agustín V. Casasola y Hugo Brehme.
Derecha, fotomontaje Museo de la Revolución, sótano del Monumento a la Revolución, ciudad de México.
Como suele suceder el autor real el menos reconocido, no fue poco frecuente los momentos donde grupos de fotógrafos se reunieron alrededor de un instante histórico para inmortalizarlo, sin embargo en este caso en específico los testimonios de testigos presenciales a los que tuve acceso, niegan tal posibilidad. Un argumento firme en este sentido es que el servicio fue pagado por Emiliano Zapata y fue al interior de un estudio fotográfico.
Una pregunta resulta de esto, pues Emiliano Zapata se había mandado sacar un estudio fotográfico poco antes con el fotógrafo Armando Salmerón en Chilapa, Guerrero, ¿porqué se mandó hacer otro estudio fotográfico el General Zapata?, sobre todo atendiendo a los testimonios donde se alude a un pago de mil pesos plata. Y porqué en el estudio de H. J. Gutiérrez…
La vanidad le ganó la partida a Emiliano…o hay otra razón. En 1914 H. J. Gutiérrez era uno de los fotógrafos de estudio más prestigiado de la ciudad de México, y en algunos círculos se le llegó a clasificar como el mejor, aunque con el pasar del tiempo casi un siglo, su imagen se desdibujo al grado de convertirse para algunos en un mero fotoreportero, profesión que nunca ejerció.
Después de la comida en Palacio Nacional de los líderes villistas y zapatistas con el presidente de la convención Eulalio Gutiérrez, de donde surgieron memorables fotografías; Zapata se dirige a la calle de Nuevo México para atender su cita con el fotógrafo.
Al parecer H. J. Gutiérrez en lo personal tuvo poco contacto con el líder del movimiento Libertador del Sur, y sus inclinaciones políticas habían fluctuado entre el Porfirismo y el Maderismo, entonces...
Postal contemporánea, editada por Impresores Torres, donde se sobrepone la firma del general Zapata, y se coloca el sello Casasola.
Meses antes al conocerse la renuncia y huida del usurpador Huerta, Aurelio Escobar C. tiene la oportunidad de regresar a México de su exilio y seguir ejerciendo su profesión de fotógrafo. Es él quien por parte de la “H. J. Gutiérrez”, agencia fotográfica, acude a cubrir los acontecimientos de la convención de Aguascalientes, no solo eso sino que también acompañara a las diferentes comisiones encargadas de visitar y posteriormente convencer a los zapatistas de asistir a la Convención.
Los encuentros entre Aurelio Escobar y los zapatistas se habían dado con anterioridad en 1912 y 1911, nuevamente remitiéndonos a las anécdotas familiares, es Aurelio Escobar el encargado de hacer el trato con Emiliano Zapata para hacerle un estudio fotográfico, de hecho durante estas visitas Aurelio hace un estudio de Zapata.
Las verdaderas razones de Emiliano Zapata quizás permanezcan esquivas, pero la intervención de Aurelio Escobar en esa decisión fue relevante.
Fotografía de Emiliano Zapata, 1914, se lee en ella: GRAL. EMILIANO ZAPATA. PROP ASEGURADA. H. J GUTIERREZ. FOTO. MEXICO D.F. Nº3. El probable autor de la serie es Aurelio Escobar Castellanos.
La historia no terminó ahí, 60 años después, me tope con el hombre llamado Emiliano Zapata.
Cuando Aurelio Escobar C. murió yo todavía no nacía (Arturo Guevara) era mi abuelo. Por 39 años viví en la que fuera la casa de mis abuelos en Coyoacan, siempre me ha gustado una enorme fotografía panorámica del zócalo capitalino colgada en una de las paredes, desde niño me dijeron la tomo tú abuelo.
En esos días la casa era un lugar lleno de rincones para jugar, con su amplio jardín lleno de árboles; al fondo del mismo la zona prohibida. En un tiempo mí abuela crío gallinas y en los gallineros nos tenían vedado el paso. Era un espacio abandonado invadido por las plantas y resguardado por una malla, de gallinero...
Un día el vecino decidió controlar el césped de su jardín quemándolo y el fuego cruzo a los gallineros, Yo y mis hermanos observábamos desde una ventana, la vecina desde la azotea de su casa saco una manguera y lanzaba pequeños chorros de agua. Luego llegaron los bomberos y todo acabo; tras la malla solo se veían escombros humeantes.
Mi papá es arqueólogo y una vez nos llevo a ver como trabajaba en el Estado de Tlaxcala, yo también quería hacer mis excavaciones y toparme con algún descubrimiento importante. Un día decidí averiguar que había en las ruinas del gallinero. Tome una hoz una cuchara de albañil y una cubeta. Todo se había reducido a un montículo cubierto de plantas donde a veces nos subíamos para ver desde la cumbre. Comencé a cavar y a sacar pedazos de madera quemados y podridos, clavos y vidrios; cuál fue mi sorpresa cuando surgieron unas botellas.
Fotografía 8x10 con rubrica H. J. Gutiérrez, al interior del estudio de Nuevo México Nº30, esta toma en comparación a otras de la serie muestra un ángulo de visión atípico, el fotógrafo toma la imagen desde arriba.
Algunas botellas eran de licor y otras como las que había visto en la fotografía (Foto panorámicas Escobar), y estaban enteras a pesar del incendio. Abajo encontré algo aun más desconcertante los restos de unas pequeñas cajas de madera con un bloque de vidrios en su interior. Al sacarlos inmediatamente me di cuenta de lo que se trataban… negativos. Con el agua el fuego y la humedad de la tierra durante años los habían pegado formando una masa compacta, en su exterior se veían todos quebrados.
Con mis escasos conocimientos de fotografía y de rescate arqueológico a mis 12 años tome la decisión de introducir los bloques en agua, sí los negativos se lavaban, el agua no les haría daño, y tras unos días de remojo se empezaron a separar. Por desgracia la mayor parte eran vidrios fragmentados con la emulsión fotográfica convertida en manchas provocadas por la calcinación, la humedad y la compresión. Pero no podía creer que entre las pocas con imágenes reconocibles surgió Emiliano Zapata…
En las anécdotas contadas por mis tíos y mi abuela, varias ocasiones escuche decir cuando a Emiliano le tomaron las fotos en la “H. J. Gutiérrez”, y pago mil pesos de plata.
Hacia mediados de 1914 la popularidad de Emiliano Zapata había llegado a tal grado, que se le comparaba al caudillo independentista Vicente Guerrero, se escribían poemas sobre él, y recibía constantes solicitudes de fotografías; se decía que el ministro del Japón en México colocó dos de ellas en su escritorio. Por lo tanto se vio en la necesidad de pedir más copias a su fotógrafo de confianza: A. Salmerón, y el cineasta José Alencaster filmó su entrada a Cuernavaca en agosto de 1914. Se ha hablado de la reticencia de Zapata al Poder, de su negativa de colocarse en la silla presidencial para una fotografía, y sin embargo recurrió a los servicios de un Estudio Fotográfico que de igual manera atendió a Porfirio Díaz, Francisco I. Madero, Francisco Villa, o Venustiano Carranza…
El negativo original en vidrio rescatado del incendio, se encuentra el Fondo Aurelio Escobar Castellanos, del Archivo General de la Nación, México D.F.
En la página Web de Live Auctioneers , de abril del 2009, el lote 651 corresponde a un fotografía supuestamente atribuida a Hugo Brehme, circa 1910, en medidas 13 5/8 x 10 1/2 y firmada en el negativo por Hugo Brehme. La fundación suiza Fotostiftung Schweiz, posee otra imagen firmada por Brehme, imagen que se ha publicado entre otros en el libro de Erika Billeter: Canto a la realidad: fotografía latinoamericana 1860-1993, otra copia firmada por Brehme se encuentra en el Kunsthaus, Zürich.
Hugo Brehme- Fotógrafo. México entre revolución romanticismoa. Exposición mostrada entre el 10 de julio y el 28 de agosto de 2005 en el Marstall del Thüringer Museum Eisenach
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