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El ataque se inició a las 10 y 12 del martes 11.
La columna del Gral. Maas, encargada de operar por la parte Norte, comenzó por emplazar un mortero y un cañón en la Rinconada de San Diego, con el fin de enfilar sus fuegos por la calle de Balderas y proteger en el momento oportuno el avance de los infantes; mientras el Coronel Francisco J. Vasconcelos, con fuerzas pertenecientes al 38 batallón, trataba de tomar posiciones en la citada calle.
Esta pequeña columna llevaba una pieza de artillería y una ametralladora, y al aparecer en la bocacalle fue obligada a retroceder por el fuego de cañón y fusilería de los destacamentos apostados en los edificios inmediatos a la Ciudadela. El Teniente que conducía la ametralladora y veinte soldados pagaron con la vida la tentativa y el resto de la columna, se replegó hacia la calle de Nuevo México, teniendo el Teniente Coronel Vasconcelos y uno de los sargentos que retirar personalmente la pieza para, evitar que los felicistas la desmontaran.
Repuestos de este fracaso parcial, los soldados entablaron con los sublevados un tiroteo que se prolongó hasta el anochecer, en que desalojaron el lugar para incorporarse al resto de las tropas, dejando que sus adversarios extendieran su campo de defensa hasta el crucero de las calles de Balderas y Nuevo México.
El 38/o. Batallón, proveniente de Chalco, avanza por la calle Ancha, reforzado por una sección del 20/o. batallón, esta última en el cruce con la calle de Victoria, huye abandonando su cañón, posteriormente es recuperado y arrastrado de regreso al Jardín Santos Degollado, en la calle de Independencia. (1)
El día 11 del corriente a las 10 a.m. y procedente de Celaya del estado de Guanajuato, por el Ferrocarril Central llegué a esta Plaza con un Oficial y 100 individuos de tropa del 42/o. Batallón. Desde luego me puse a las órdenes Señor General José Delgado, quien dispuso obrar según las órdenes del señor General Agustín Sanginés. El General Sanginés me ordenó que me aproximara cuanto fuera posible a los puestos del enemigo, y me dirigí por las calles de Revillagigedo, a la 4ª de Nuevo México y en la esquina que hace esta con la de Balderas, permanecí estableciendo el servicio de seguridad que debía observar al enemigo que se encontraba a la vista a una cuadra de distancia ocupando el edificio de la “Asociación Cristiana de Jóvenes” y de donde nos dominaban completamente. Además por estar la calle de Balderas cruzada por proyectiles de cañón de grueso calibre y ametralladoras, no pude avanzar más adelante. Luis G. Palacios 42/o Batallón.
Imagen extraída de "Memorias de un Mexicano" de S. Toscano, rinconada de San Diego mirando hacia la Alameda, mientras se acciona un cañón Mondragón sobre Balderas.
Imagen de autor anónimo. Se trata de la posición de la rinconada de San Diego, con un cañón Shmeider-Canet. En la postal de abajo de autor desconocido, encontramos la misma posición con el cañón retraído hacia el callejón, para quitarlo de la vista de los felicistas.
Un cañón Mondragón fue desmontado cerca de las 12 de la mañana, y al poco tiempo remplazado por el Canet del Capitán 1º de Artillería Enrique Huerta, con dos carros de municiones.
La pieza emplazada en la Rinconada do San Diego rompió sus fuegos como a las 11 y estuvo funcionando con breves intermitencias casi todo el día, sostenida por soldados del 1er. Regimiento, rurales del 15 y algunos infantes tomados de diferentes cuerpos.
Cerca de las 12 llegaron del interior en un tren del Ferrocarril Central 200 hombres de los batallones irregulares 42 y 49, y entraron en orden abierto por las calles de Mina y Zarco a reforzar las filas del gobierno.
Más o menos a la misma hora llegó el 7º batallón al mando del Col. Juan G. Castillo y paso inmediatamente a la línea de fuego. El 7º entró también por las calles de Mina y Zarco, y traía como vanguardia veinte hombres del 1er. Regimiento de Caballería y un pelotón de rurales en su extrema retaguardia. Las personas que presenciaron el desfile nos informan que se compondría como de quinientas plazas y que traía cuatro fusiles Rexer. Los soldados marchaban cabizbajos y con la bandera del Batallón enfundada.
El Coronel Castillo murió momentos después en la calle de Balderas, lo mismo que muchos oficiales y soldados que trataron de avanzar con vigoroso empuje hacia la Ciudadela, y el Teniente Coronel Alatriste tomó el mando del Batallón.
En el mismo lugar fue alcanzada por una metralla una pieza que las fuerzas del gobierno habían conseguido emplazar después, y herido gravemente el Teniente Moreno que dirigía el fuego.
Se cuenta que este valiente militar no abandonó el puesto hasta que dio instrucciones a su sustituto el Capitán Enrique Huerta para continuar el mando de las piezas que quedaban, y que para este rasgo de fortaleza se le ascendió sobre el mismo campo a Capitán 2º.
El Coronel Francisco Romero, Presidente de la Cámara de Diputados se presentó espontáneamente al Gral. Maas, y estuvo dirigiendo los disparos de las baterías situadas en el lado poniente de la Alameda.
Los felicistas perdieron al Oficial Ponce de León que dirigía la batería situada en la bocacalle de Balderas. Una certera granada le desmontó uno de sus cañones y mató al valiente artillero.
La columna del Gral. Cauz avanzó hasta la pequeña iglesia de Belem, contigua al Parque de Ingenieros, e instaló allí dos morteros cuyos fuegos fueron al poco tiempo acallados por las balas de la Ciudadela que llovían como granizo sobre la posición.
Varios oficiales llevaron violentamente dos cañones a la esquina del Campo Florido y estuvieron disparando mucho tiempo sobre los sublevados. En esa esquina quedo muerto al pie de las piezas uno de los oficiales que dirigían el tiro.
En la iglesia del Salto del Agua fue también emplazado un mortero cuyos disparos no dieron el resultado que se esperaba, pues causó muy pocos daños en las posiciones enemigas. En cambio, produjo grandes destrozos en las líneas telefónicas y de la luz eléctrica instaladas por esa parte de la ciudad.
La tienda de "El Paraíso" y la Capilla del Salto del Agua sufrieron bastantes desperfectos durante este combate. Los felicistas perdieron al Cabo apuntador de una ametralladora que estaba en un puesto avanzado junto a Belén. Esta ametralladora se hallaba al cuidado inmediato de un aspirante que dio pruebas de valor y serenidad Nos dicen de este heroico militar, que al dirigirse del puesto a la Ciudadela, con el fin de proveerse de parque, reventó cerca de él una granada; y que el aspirante, que por un verdadero milagro salió ileso, continuó imperturbable su camino.
De fuentes oficiales se sabe que ese mismo día el 39 Batallón de infantería, que formaba parte de la columna del Gral. Cauz, se posesiono de la cárcel de Belén. El Batallón iba a las órdenes del Capitán 1º Ernesto Robert y el avance se hizo con sumas dificultades a causa del vivo fuego de la Ciudadela, que barría materialmente el campo que ocupaban los soldados federales y que quedó regado de muertos y heridos.
En este combate parcial, el Capitán Robert fue eficazmente secundado per el Mayor Víctor Hernández, quien se condujo en el trance con gran valor.
De la misma fuente se sabe que los cañones que las tropas del Gobierno emplearon en el Parque de Ingenieros, desmontaron una pieza felicista colocada en el crucero de los Arcos de Belén y Balderas, matando a diez y ocho artilleros de los que le servían. Los jefes sublevados enviaron inmediatamente otra pieza con su correspondiente personal, y el cañoneo continuó con el mismo vigor.
La columna del Gral. Delgado contaba con más escasos elementos, y debido a esto poco pudo hacer durante el primer día de lucha.
Como a las dos de la tarde fue emplazado un cañón en el crucero de las calles San Agustín y San Juan de Letrán y se hicieron con él varios disparos. Después llegaron al mismo punto tres cañones más a las órdenes de un oficial apellidado Gamboa, quien procedió desde luego a emplazarlos. Probablemente estas piezas estaban destinadas a apoyar algún movimiento ofensivo que no llegó a efectuarse, pues no se hizo uso de ellas.
Minutos antes de las once fue colocado un cañón en el crucero de las calles Victoria y Ancha con el fin de ametrallar el edificio de la asociación Cristiana de Jóvenes, ocupado ya por un fuerte destacamento de las tropas sublevadas. Los felicistas habían instalado dos ametralladoras en las alturas y al romperse el fuego cayó sobre los soldados encargados de la pieza, tal número de proyectiles, que abandonaron el lugar y retiraron el cañón.
El oficial que mandaba este pequeño grupo de fuerzas andaba a caballo y quedó a Los primeros tiros desmontado.
Pocos datos tenemos de las operaciones emprendidas el martes por la columna del Gral. Ángeles, encargada de atacar por el lado Poniente. Según nuestros informes el combate fue iniciado por un cuerpo de rurales que trataba de colocar una pieza en una de las bocacalles inmediatas a la Ciudadela, cosa que no pudieron efectuar porque un disparo de cañón les inutilizó la pieza y les causó cuarenta bajas, y un segundo disparo hizo retroceder en completo desorden a todo el resto de la fuerza.
Se dice qua el Gral. Ángeles logró ocupar después algunas posiciones ventajosas, y que desde ellas hostilizó con algún éxito a los felicistas, haciendo exclusivamente uso de la fusilería y las ametralladoras.
Se dice igualmente que una columna lanzada en el curso del día contra la Ciudadela fue rechazada con grandes pérdidas y obligada a retirarse hacia al Palacio Legislativo, donde pudo reorganizarse y contestar el fuego de los sublevados que habían salido de sus posiciones tiroteándola.
A las once de la mañana fue detenido en la Ciudadela un individuo a quien por su conducta sospechosa se consideró como espía del Gobierno. Los subleva lo registraron y le recogieron dos pistolas y una navaja de grandes dimensiones.
Al ser interrogado por el Sr. Gral. Mondragón, a quien se dio cuenta de lo que pasaba, incurrió en muchas contradicciones, no pudiendo explicar satisfactoriamente su presencia allí, por lo cual el jefe rebelde ordenó que se fusilara inmediatamente al sospechoso, para escarmiento de los demás que pudieran haberse incorporado en las filas.
El infeliz suplicó tanto, que el Sr. Gral. Mondragón, conmovido, aplazó la ejecución hasta que se obtuvieran datos más seguros sobre las intenciones del prisionero.
DESPERFECTOS y DESGRACIAS.
Al retirarse las tropas de la calles de Nuevo México, algunos rateros aprovecharon la oportunidad para saquear los estanquillos y las misceláneas que existían por ese barrio.
Una bomba disparada por y los cañones de la Ciudadela atravesó de parte a parte una casa de tres pisos situada en la Avenida de los Hombres Ilustres, y otra causó grandes destrozos en la torre del Templo de San Hipólito. La pequeña cúpula de la parte septentrional del mismo templo fue casi deshecha por una granada, y las vidrieras de las ventanillas se encuentran acribilladas a balazos como si se hubiera dirigido sobre ellas el fuego de una ametralladora.
En la Rinconada de San Diego sufrieron enormes destrozos las casas números 13, 15 y 17, situadas frente a la batería felicista emplazada en la calle de Balderas.
El Hospital Juárez sufrió igualmente serios desperfectos. Desde las diez y media empezaron a caer en el edificio algunas granadas que pusieron fuera de servicio a varios miembros del personal de la institución.
Entre los heridos ese día se contaron el Sr. Dr. Rafael Dávila y los practicantes Vidal González, Carlos M. Vela, Carlos Hesless, Manuel Huesca y José Arellano.
En las calles del Sol, Magnolia, Moctezuma y Mosqueta cayeron también algunas granadas.
Es imposible precisar el número de bajas de las dos partes contendientes en los combates del martes 11. El diario del Sr. Ernesto Madero calcula que ascendieron a tres cientos muertos y quinientos heridos, cifras que no nos parecen exageradas si se tiene en cuenta el encarnizamiento con que se peleó y duración de la lucha.
El personal directivo de las operaciones del martes 11 tenía la siguiente distribución.
General en Jefe, Victoriano Huerta, Palacio Nacional,
Gral Sanginés, Avenida 16 de Septiembre.
Gral. Maass, San Digo y Balderas.
Gral. Ángeles, Café Colón.
Gral. Delgado, San Juan de Letrán.
Grat. Cauz, Calle del Niño Perdido.
Las fuerzas de que disponía el gobierno en esa fecha, según informes fidedignos, se componían de algunos gendarmes montados, el personal de artillería que permaneció fiel al Sr. Madero, los Batallones 16, 2, 42, 20, 38 y 11, sin contar con el grueso número de fuerzas rurales adictas, que el Sr. Madero concentró rápidamente en la Capital.
De los Cuerpos de Rurales que se encontraban en la Cuidad o que llegaron ese día, se pueden mencionar: 1/o al mando del Comandante de Rurales Teniente Coronel Cruz Guerrero, el 4/o, el 7/o del Mayor Francisco Cárdenas, el 8/o de Luis Medina Barrón, el celebre 18/o del Capitán Salvador Gutiérrez, el 20/o que estaba de servicio en la Villa de Guadalupe, el 30/o del Capitán González, 21/o provenientes del Edo. De México, 24/o, 44/o a cargo de Martín Triana; sumando unos 900 hombres.
El Gobierno tenía por precaución un depósito de parque en el edificio de la antigua Aduana de Santo Domingo, y dio órdenes para que fuera trasladado inmediatamente a Palacio. Se esperaba, además, un cargamento de parque procedente de Veracruz. El depósito de Santo Domingo ascendía a dos millones de cartuchos. Existía también ahí una pequeña cantidad de granadas.
La Decena Trágica en México, Datos verídicos tomados en el mismo teatro de los sucesos por un escritor metropolitano. Edición de “El Obrero”, León Gto., 1913.
El texto en cursivas corresponde a información extraída de otras fuentes.
(1) Notas extraídas de: "La Decena Trágica" de Juan Manuel Torrea.
También se puede leer:
Shrapnel.
El horror. Cremación de cuerpos en la vía pública.
La Decena Trágica. Antecedentes. La "H. J,. Gutiérrez" previo a la decena.
La Decena Trágica. Los fotógrafos.
La Decena trágica. La cámara anónima.
La Decena Trágica. La competencia.
La Decena Trágica. Gutiérrez-Retes.
La Decena Trágica. Tarjetas conmemorativas I. Serie editada por la American Book & Printing Co.
Decena Trágica. Daguerre o Escobar.
Decena Trágica. H. J. Gutiérrez. Serie de 63 fotografías.
"H. J. Gutiérrez", la Decena Trágica. Análisis de la serie fotográfica de la "H. J. Gutiérrez".
LOS HECHOS:
Domingo 9
Santiago Tlaltelolco.
Lunes 10
Martes 11
Miércoles 12
Jueves 13
Viernes 14
Sábado 15
Domingo 16
Lunes 17
Martes 18
Miércoles 19
Jueves 20
El ataque se inició a las 10 y 12 del martes 11.
Plano de operaciones para el día 11 de febrero de 1913. Versión en alta resolución 4051.56 KB.
Closeup parte central.
Closeup parte central.
La columna del Gral. Maas, encargada de operar por la parte Norte, comenzó por emplazar un mortero y un cañón en la Rinconada de San Diego, con el fin de enfilar sus fuegos por la calle de Balderas y proteger en el momento oportuno el avance de los infantes; mientras el Coronel Francisco J. Vasconcelos, con fuerzas pertenecientes al 38 batallón, trataba de tomar posiciones en la citada calle.
Esta pequeña columna llevaba una pieza de artillería y una ametralladora, y al aparecer en la bocacalle fue obligada a retroceder por el fuego de cañón y fusilería de los destacamentos apostados en los edificios inmediatos a la Ciudadela. El Teniente que conducía la ametralladora y veinte soldados pagaron con la vida la tentativa y el resto de la columna, se replegó hacia la calle de Nuevo México, teniendo el Teniente Coronel Vasconcelos y uno de los sargentos que retirar personalmente la pieza para, evitar que los felicistas la desmontaran.
Repuestos de este fracaso parcial, los soldados entablaron con los sublevados un tiroteo que se prolongó hasta el anochecer, en que desalojaron el lugar para incorporarse al resto de las tropas, dejando que sus adversarios extendieran su campo de defensa hasta el crucero de las calles de Balderas y Nuevo México.
El 38/o. Batallón, proveniente de Chalco, avanza por la calle Ancha, reforzado por una sección del 20/o. batallón, esta última en el cruce con la calle de Victoria, huye abandonando su cañón, posteriormente es recuperado y arrastrado de regreso al Jardín Santos Degollado, en la calle de Independencia. (1)
El día 11 del corriente a las 10 a.m. y procedente de Celaya del estado de Guanajuato, por el Ferrocarril Central llegué a esta Plaza con un Oficial y 100 individuos de tropa del 42/o. Batallón. Desde luego me puse a las órdenes Señor General José Delgado, quien dispuso obrar según las órdenes del señor General Agustín Sanginés. El General Sanginés me ordenó que me aproximara cuanto fuera posible a los puestos del enemigo, y me dirigí por las calles de Revillagigedo, a la 4ª de Nuevo México y en la esquina que hace esta con la de Balderas, permanecí estableciendo el servicio de seguridad que debía observar al enemigo que se encontraba a la vista a una cuadra de distancia ocupando el edificio de la “Asociación Cristiana de Jóvenes” y de donde nos dominaban completamente. Además por estar la calle de Balderas cruzada por proyectiles de cañón de grueso calibre y ametralladoras, no pude avanzar más adelante. Luis G. Palacios 42/o Batallón.
Imagen extraída de "Memorias de un Mexicano" de S. Toscano, rinconada de San Diego mirando hacia la Alameda, mientras se acciona un cañón Mondragón sobre Balderas.
Imagen de autor anónimo. Se trata de la posición de la rinconada de San Diego, con un cañón Shmeider-Canet. En la postal de abajo de autor desconocido, encontramos la misma posición con el cañón retraído hacia el callejón, para quitarlo de la vista de los felicistas.
Un cañón Mondragón fue desmontado cerca de las 12 de la mañana, y al poco tiempo remplazado por el Canet del Capitán 1º de Artillería Enrique Huerta, con dos carros de municiones.
La pieza emplazada en la Rinconada do San Diego rompió sus fuegos como a las 11 y estuvo funcionando con breves intermitencias casi todo el día, sostenida por soldados del 1er. Regimiento, rurales del 15 y algunos infantes tomados de diferentes cuerpos.
Cerca de las 12 llegaron del interior en un tren del Ferrocarril Central 200 hombres de los batallones irregulares 42 y 49, y entraron en orden abierto por las calles de Mina y Zarco a reforzar las filas del gobierno.
Más o menos a la misma hora llegó el 7º batallón al mando del Col. Juan G. Castillo y paso inmediatamente a la línea de fuego. El 7º entró también por las calles de Mina y Zarco, y traía como vanguardia veinte hombres del 1er. Regimiento de Caballería y un pelotón de rurales en su extrema retaguardia. Las personas que presenciaron el desfile nos informan que se compondría como de quinientas plazas y que traía cuatro fusiles Rexer. Los soldados marchaban cabizbajos y con la bandera del Batallón enfundada.
El Coronel Castillo murió momentos después en la calle de Balderas, lo mismo que muchos oficiales y soldados que trataron de avanzar con vigoroso empuje hacia la Ciudadela, y el Teniente Coronel Alatriste tomó el mando del Batallón.
En el mismo lugar fue alcanzada por una metralla una pieza que las fuerzas del gobierno habían conseguido emplazar después, y herido gravemente el Teniente Moreno que dirigía el fuego.
Se cuenta que este valiente militar no abandonó el puesto hasta que dio instrucciones a su sustituto el Capitán Enrique Huerta para continuar el mando de las piezas que quedaban, y que para este rasgo de fortaleza se le ascendió sobre el mismo campo a Capitán 2º.
El Coronel Francisco Romero, Presidente de la Cámara de Diputados se presentó espontáneamente al Gral. Maas, y estuvo dirigiendo los disparos de las baterías situadas en el lado poniente de la Alameda.
Los felicistas perdieron al Oficial Ponce de León que dirigía la batería situada en la bocacalle de Balderas. Una certera granada le desmontó uno de sus cañones y mató al valiente artillero.
Postal de autor anónimo, colección de la UACJ, se lee: Arcos de Belem/1913. Es una vista de poniente a oriente de la calle de Arcos de Belem, el edificio a la derecha con una cúpula es la capilla de San Pedro Pascual de Belem, un poco atrás, la arbolada corresponde al Parque de Ingenieros.
La columna del Gral. Cauz avanzó hasta la pequeña iglesia de Belem, contigua al Parque de Ingenieros, e instaló allí dos morteros cuyos fuegos fueron al poco tiempo acallados por las balas de la Ciudadela que llovían como granizo sobre la posición.
Varios oficiales llevaron violentamente dos cañones a la esquina del Campo Florido y estuvieron disparando mucho tiempo sobre los sublevados. En esa esquina quedo muerto al pie de las piezas uno de los oficiales que dirigían el tiro.
Fotografía anónima, iglesia de Campo Florido, actualmente en la calle de Doctor Lavista, la imagen muestra la fachada oriente. El ataque lo inició la batería mixta al mando del Coronel Rubio Navarrete, servida por 18 cadetes de Colegio Militar, entre ellos López Portillo, apoyados por el Batallón Irregular al mando del Capitán Ernesto Robert y los Carabineros de Coahuila. El primer movimiento se llevó a cabo desde el emplazamiento de la batería en la prolongación de la calle de Bolívar, para llevarla a la fuerza frente a la fábrica de textiles La Perfeccionada, por la calle de San Miguel (José María Izazaga), a la altura de la actual calle de Doctor Barragán. De ahí no pasaron por la batería felicista de 80 mm. enfilada por esa calle, y a la falta de refuerzos. En las cercanías del templo de Campo Florido fue necesario desmontar una ametralladora que los felicistas habían colocado en las alturas de la torre. Por su parte el Mayor Francisco Barragán jefe del Detal del 46/o. Batallón, por iniciativa propia, tomó tropas bajo su mando que estaban estacionadas en las calles Ancha, junto a las del 7/o., y 2/o. Batallones, enfilándose rumbo al parque de Ingenieros, encontrándose en el camino con el Mayor Agustín C. Hernández, proponiéndole pasar su batería (cañón Bange de 80 mm.) a Campo Florido, dada la ausencia de órdenes, lo cual hicieron cruzando la línea de fuego felicista por la plazoleta del Buen Tono (Plaza San Juan), hasta llegar a Campo Florido. Al día siguiente regresaron a calle Ancha. (1)
En la iglesia del Salto del Agua fue también emplazado un mortero cuyos disparos no dieron el resultado que se esperaba, pues causó muy pocos daños en las posiciones enemigas. En cambio, produjo grandes destrozos en las líneas telefónicas y de la luz eléctrica instaladas por esa parte de la ciudad.
La tienda de "El Paraíso" y la Capilla del Salto del Agua sufrieron bastantes desperfectos durante este combate. Los felicistas perdieron al Cabo apuntador de una ametralladora que estaba en un puesto avanzado junto a Belén. Esta ametralladora se hallaba al cuidado inmediato de un aspirante que dio pruebas de valor y serenidad Nos dicen de este heroico militar, que al dirigirse del puesto a la Ciudadela, con el fin de proveerse de parque, reventó cerca de él una granada; y que el aspirante, que por un verdadero milagro salió ileso, continuó imperturbable su camino.
Fotografía 5x7 de Aurelio Escobar Castellanos, publicada por H. J. Gutiérrez, se lee: Fuente del salto del Agua. Al fondo izquierda: la tienda El Paraíso, y a la derceha la parroquia del Salto del Agua.
De fuentes oficiales se sabe que ese mismo día el 39 Batallón de infantería, que formaba parte de la columna del Gral. Cauz, se posesiono de la cárcel de Belén. El Batallón iba a las órdenes del Capitán 1º Ernesto Robert y el avance se hizo con sumas dificultades a causa del vivo fuego de la Ciudadela, que barría materialmente el campo que ocupaban los soldados federales y que quedó regado de muertos y heridos.
Fotografía de Antonio Garduño, tropas federales del 39/o. Batallón entre la ruinas de la cárcel de Belem. En la cárcel de Belem, se habían apostado 50 hombres del Batallón de Seguridad, y antes de abandonar el puesto casi aniquilan al 39/o. Batallón.
C. Teniente Coronel: Tengo la honra de poner de superior conocimiento de Ud. Que el día 10 del mes en curso emprendí la marcha de Cuernavaca por orden del General en Jefe de las operaciones en aquel estado con el efectivo de dos Oficiales, 52 de tropa y un caballo, sirviendo en el camino como escolta del que fue Presidente C. Francisco I. Madero, habiendo pernoctado en el pueblo de Churubusco. El día 11 formando parte de una columna que a las ordenes del Teniente Coronel Bernard marchó a colocarse en el Salto del Agua, hoy jardín Musiño, en este lugar la fuerza a mi mando tomó posesiones en diferentes puntos; incontinente se nos dio a conocer como Jefe de esta columna al Coronel de Guardia Nacional y Jefe del 51/o. Cuerpo Rural C. Félix Villegas. A las 1 h. 30 a.m. de la mañana se ordenó contestar los fuegos del enemigo resultando que se emprendió un ataque sobre él, hasta la Prisión de Belem, la vanguardia que lo era la fuerza del 11/o. Batallón, resistió los fuegos de la artillería, siendo más tarde rebasada por una Sección del 51/o. Cuerpo Rural. En este ataque fueron envueltos 6 soldados de la fuerza de mí mando, los cuales doy por dispersos por ignorarse la suerte que corrieron, pero en mi humilde concepto fueron víctimas de los fuegos del enemigo.
C. Teniente Coronel: Tengo la honra de poner de superior conocimiento de Ud. Que el día 10 del mes en curso emprendí la marcha de Cuernavaca por orden del General en Jefe de las operaciones en aquel estado con el efectivo de dos Oficiales, 52 de tropa y un caballo, sirviendo en el camino como escolta del que fue Presidente C. Francisco I. Madero, habiendo pernoctado en el pueblo de Churubusco. El día 11 formando parte de una columna que a las ordenes del Teniente Coronel Bernard marchó a colocarse en el Salto del Agua, hoy jardín Musiño, en este lugar la fuerza a mi mando tomó posesiones en diferentes puntos; incontinente se nos dio a conocer como Jefe de esta columna al Coronel de Guardia Nacional y Jefe del 51/o. Cuerpo Rural C. Félix Villegas. A las 1 h. 30 a.m. de la mañana se ordenó contestar los fuegos del enemigo resultando que se emprendió un ataque sobre él, hasta la Prisión de Belem, la vanguardia que lo era la fuerza del 11/o. Batallón, resistió los fuegos de la artillería, siendo más tarde rebasada por una Sección del 51/o. Cuerpo Rural. En este ataque fueron envueltos 6 soldados de la fuerza de mí mando, los cuales doy por dispersos por ignorarse la suerte que corrieron, pero en mi humilde concepto fueron víctimas de los fuegos del enemigo.
En este combate parcial, el Capitán Robert fue eficazmente secundado per el Mayor Víctor Hernández, quien se condujo en el trance con gran valor.
De la misma fuente se sabe que los cañones que las tropas del Gobierno emplearon en el Parque de Ingenieros, desmontaron una pieza felicista colocada en el crucero de los Arcos de Belén y Balderas, matando a diez y ocho artilleros de los que le servían. Los jefes sublevados enviaron inmediatamente otra pieza con su correspondiente personal, y el cañoneo continuó con el mismo vigor.
Postal de autor anónimo publicada por Miret. Calle de Arcos de Belem, esquina Balderas, aun es poco el daño en las instalciones urbanas.
La columna del Gral. Delgado contaba con más escasos elementos, y debido a esto poco pudo hacer durante el primer día de lucha.
Como a las dos de la tarde fue emplazado un cañón en el crucero de las calles San Agustín y San Juan de Letrán y se hicieron con él varios disparos. Después llegaron al mismo punto tres cañones más a las órdenes de un oficial apellidado Gamboa, quien procedió desde luego a emplazarlos. Probablemente estas piezas estaban destinadas a apoyar algún movimiento ofensivo que no llegó a efectuarse, pues no se hizo uso de ellas.
Fotografía de Sabino Osuna, se lee: Artillería federal. Crucero de San Agustín y San Juan de Letrán, la artillería mira al poniente.
Minutos antes de las once fue colocado un cañón en el crucero de las calles Victoria y Ancha con el fin de ametrallar el edificio de la asociación Cristiana de Jóvenes, ocupado ya por un fuerte destacamento de las tropas sublevadas. Los felicistas habían instalado dos ametralladoras en las alturas y al romperse el fuego cayó sobre los soldados encargados de la pieza, tal número de proyectiles, que abandonaron el lugar y retiraron el cañón.
El oficial que mandaba este pequeño grupo de fuerzas andaba a caballo y quedó a Los primeros tiros desmontado.
Pocos datos tenemos de las operaciones emprendidas el martes por la columna del Gral. Ángeles, encargada de atacar por el lado Poniente. Según nuestros informes el combate fue iniciado por un cuerpo de rurales que trataba de colocar una pieza en una de las bocacalles inmediatas a la Ciudadela, cosa que no pudieron efectuar porque un disparo de cañón les inutilizó la pieza y les causó cuarenta bajas, y un segundo disparo hizo retroceder en completo desorden a todo el resto de la fuerza.
Se dice qua el Gral. Ángeles logró ocupar después algunas posiciones ventajosas, y que desde ellas hostilizó con algún éxito a los felicistas, haciendo exclusivamente uso de la fusilería y las ametralladoras.
El General Ángeles coloco al Batallón de Zapadores de Yautepec en tres posiciones: 1.- La esquina de Lucerna y Viena para después controlar las alturas del Edifico Best. 2.- En el Café Colón. 3.- En la glorieta de Cuauhtémoc, calle de Atenas y Alberca Pane. Ese día la batería de Ángeles estaba bajo la dirección del Gral. Rubio Navarrete, colocada en la calle de Teja (Villalongín) a un costado de la estación Colonia, el Gral. Rubio se negó a bombardear la Ciudadela, por no causar daños a los civiles. Al mismo tiempo que se dio a la tarea de aprovisionar de granadas al Ejército federal, ordenando la fabricación y acopio de ellas, en un inicio solo se contaba con 60 granadas torpedo. Durante los días de la decena se fabricaron 3 mil, el 1º Cuerpo Rural del Coronel Cruz Guerrero se encargó de su traslado y custodia, para lo cual se estacionó en los llanos de la Condesa. Las municiones se almacenaron en el antiguo molino de pólvora ubicado en el ex convento de Mercedarios de Bethlem de las Flores (convento de la Merced).
Se dice igualmente que una columna lanzada en el curso del día contra la Ciudadela fue rechazada con grandes pérdidas y obligada a retirarse hacia al Palacio Legislativo, donde pudo reorganizarse y contestar el fuego de los sublevados que habían salido de sus posiciones tiroteándola.
Postal de Aurelio Escobar Castellanos, se lee: Ciudadela- Estatua de Morelos. Esquina de Enrico Martínez y jardín Morelos; sobre la esquina de la Ciudadela vemos el avantrén de una batería y sobre el pavimento mucha metralla. La fotografía fue tomada en la tarde.
A las once de la mañana fue detenido en la Ciudadela un individuo a quien por su conducta sospechosa se consideró como espía del Gobierno. Los subleva lo registraron y le recogieron dos pistolas y una navaja de grandes dimensiones.
Al ser interrogado por el Sr. Gral. Mondragón, a quien se dio cuenta de lo que pasaba, incurrió en muchas contradicciones, no pudiendo explicar satisfactoriamente su presencia allí, por lo cual el jefe rebelde ordenó que se fusilara inmediatamente al sospechoso, para escarmiento de los demás que pudieran haberse incorporado en las filas.
El infeliz suplicó tanto, que el Sr. Gral. Mondragón, conmovido, aplazó la ejecución hasta que se obtuvieran datos más seguros sobre las intenciones del prisionero.
DESPERFECTOS y DESGRACIAS.
Al retirarse las tropas de la calles de Nuevo México, algunos rateros aprovecharon la oportunidad para saquear los estanquillos y las misceláneas que existían por ese barrio.
Fotografía 5x7 de Aurelio Escobar Castellanos, publicada por H. J. Gutiérrez, se lee: Bombardeo felicista Iglesia de San Hipólito.
Una bomba disparada por y los cañones de la Ciudadela atravesó de parte a parte una casa de tres pisos situada en la Avenida de los Hombres Ilustres, y otra causó grandes destrozos en la torre del Templo de San Hipólito. La pequeña cúpula de la parte septentrional del mismo templo fue casi deshecha por una granada, y las vidrieras de las ventanillas se encuentran acribilladas a balazos como si se hubiera dirigido sobre ellas el fuego de una ametralladora.
En la Rinconada de San Diego sufrieron enormes destrozos las casas números 13, 15 y 17, situadas frente a la batería felicista emplazada en la calle de Balderas.
Por desgracia muchas veces los comerciantes de libros y revistas "viejas", las destruyen para venderlas hoja por hoja, como la ilustración precedente, por lo mismo desconocemos el nombre de la publicación, en inglés leemos: "Showing the great damage done by shells during the fighting of february 11, the United States Consulate". Esquina de Balderas y Avenida Juárez, la fotografía se acredita a Roneau...
El Hospital Juárez sufrió igualmente serios desperfectos. Desde las diez y media empezaron a caer en el edificio algunas granadas que pusieron fuera de servicio a varios miembros del personal de la institución.
Entre los heridos ese día se contaron el Sr. Dr. Rafael Dávila y los practicantes Vidal González, Carlos M. Vela, Carlos Hesless, Manuel Huesca y José Arellano.
En las calles del Sol, Magnolia, Moctezuma y Mosqueta cayeron también algunas granadas.
Es imposible precisar el número de bajas de las dos partes contendientes en los combates del martes 11. El diario del Sr. Ernesto Madero calcula que ascendieron a tres cientos muertos y quinientos heridos, cifras que no nos parecen exageradas si se tiene en cuenta el encarnizamiento con que se peleó y duración de la lucha.
El personal directivo de las operaciones del martes 11 tenía la siguiente distribución.
General en Jefe, Victoriano Huerta, Palacio Nacional,
Gral Sanginés, Avenida 16 de Septiembre.
Gral. Maass, San Digo y Balderas.
Gral. Ángeles, Café Colón.
Gral. Delgado, San Juan de Letrán.
Grat. Cauz, Calle del Niño Perdido.
Las fuerzas de que disponía el gobierno en esa fecha, según informes fidedignos, se componían de algunos gendarmes montados, el personal de artillería que permaneció fiel al Sr. Madero, los Batallones 16, 2, 42, 20, 38 y 11, sin contar con el grueso número de fuerzas rurales adictas, que el Sr. Madero concentró rápidamente en la Capital.
De los Cuerpos de Rurales que se encontraban en la Cuidad o que llegaron ese día, se pueden mencionar: 1/o al mando del Comandante de Rurales Teniente Coronel Cruz Guerrero, el 4/o, el 7/o del Mayor Francisco Cárdenas, el 8/o de Luis Medina Barrón, el celebre 18/o del Capitán Salvador Gutiérrez, el 20/o que estaba de servicio en la Villa de Guadalupe, el 30/o del Capitán González, 21/o provenientes del Edo. De México, 24/o, 44/o a cargo de Martín Triana; sumando unos 900 hombres.
El Gobierno tenía por precaución un depósito de parque en el edificio de la antigua Aduana de Santo Domingo, y dio órdenes para que fuera trasladado inmediatamente a Palacio. Se esperaba, además, un cargamento de parque procedente de Veracruz. El depósito de Santo Domingo ascendía a dos millones de cartuchos. Existía también ahí una pequeña cantidad de granadas.
La Decena Trágica en México, Datos verídicos tomados en el mismo teatro de los sucesos por un escritor metropolitano. Edición de “El Obrero”, León Gto., 1913.
El texto en cursivas corresponde a información extraída de otras fuentes.
(1) Notas extraídas de: "La Decena Trágica" de Juan Manuel Torrea.
También se puede leer:
Shrapnel.
El horror. Cremación de cuerpos en la vía pública.
La Decena Trágica. Antecedentes. La "H. J,. Gutiérrez" previo a la decena.
La Decena Trágica. Los fotógrafos.
La Decena trágica. La cámara anónima.
La Decena Trágica. La competencia.
La Decena Trágica. Gutiérrez-Retes.
La Decena Trágica. Tarjetas conmemorativas I. Serie editada por la American Book & Printing Co.
Decena Trágica. Daguerre o Escobar.
Decena Trágica. H. J. Gutiérrez. Serie de 63 fotografías.
"H. J. Gutiérrez", la Decena Trágica. Análisis de la serie fotográfica de la "H. J. Gutiérrez".
LOS HECHOS:
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Santiago Tlaltelolco.
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